En muchos países de América Latina, al calor del debate sobre la adopción de las NIIF, un sector muy importante ha comenzado a hacer oír su voz al respecto: el sector cooperativo (conocido en algunos países como “de economía solidaria”).
Muchos son los argumentos que he podido escuchar acerca de la naturaleza de los “títulos de capital” que emiten este tipo de entidades. Pero en general, estos resultan en una fuerte crítica a los requerimientos de la NIC 32 (y la sección 22 de la NIIF para las PYMES) que podrían llevarnos a considerarlos como partidas del pasivo, y así… ¡dejando sin capital a las cooperativas! (o sea, las NIIF serían las culpables de que las cooperativas no tengan más capital, palabras más, palabras menos).
Ante este tipo de reflexiones, sugiero que respiremos un poco, hagamos una pausa, y nos preguntemos: ¿es objetivo de las NIIF determinar cuál es el capital de una entidad para propósitos regulatorios? ¿O más bien deberíamos recordar que las NIIF pretenden lograr información útil para que los proveedores de recursos (capital) de las entidades puedan tomar una decisión sobre suministrarle recursos – o no – a la entidad que informa?
Siendo así las cosas, si los riesgos asociados a estos “títulos de capital” emitidos por las cooperativas son semejantes a los de otras deudas, ¿por qué habría que clasificarlos como patrimonio? ¿Acaso para cumplir con requerimientos regulatorios deberíamos ocultarle a los usuarios principales de los EFPG de las cooperativas el verdadero nivel de endeudamiento de estas entidades (entorpeciendo así sus evaluaciones sobre las expectativas de los flujos de efectivo futuros de estas entidades)?
Un amigo hace un tiempo me dijo que para comprender a las NIIF en América Latina deberíamos primero “exorcizar los prejuicios fiscales” que prevalecen en gran parte de los preparadores de EF de nuestra región. Recuerdo haberle respondido “no nos olvidemos de los prejuicios regulatorios… no nos olvidemos de los prejuicios regulatorios”. Este es un claro ejemplo de esta clase de prejuicios.
Por: Hernán Casinelli